Intervenir A Tiempo
- Jacqueline Tello
- 11 may 2017
- 3 Min. de lectura
La etapa pre-escolar y escolar de los niños es fundamental para su desarrollo cognitivo y, en general, para su desarrollo integral. Desde que el niño asiste al nido, tenemos oportunidad de observar cómo va asimilando el aprendizaje y desarrollando habilidades que le servirán en el futuro para afrontar la vida. En la escuela los niños desarrollan habilidades cognitivas, desarrollan su pensamiento, su capacidad de aprender, sus habilidades específicas. Por otro lado desarrollan también su capacidad de relacionarse con los demás, sus habilidades y competencias sociales. Adquieren también madurez, van desarrollando la capacidad de autocontrol de su conducta, de expresión adecuada de sus emociones y su capacidad de adaptarse a diversos ambientes.
La etapa pre-escolar y escolar de los niños, deben suponer experiencias satisfactorias. El niño debe vivir la pre-escolaridad y escolaridad con agrado y con un razonable éxito, de modo que desarrollen un cierto sentido de competencia, de ser capaces, de poder hacer.
Cuando esto no es así, los niños desarrollan un autoconcepto negativo, aprenden que “no pueden”, se frustran, se cansan de la vida escolar, les cuesta adaptarse, no desarrollan hábitos adecuados, presentan en ocasiones problemas conductuales, aprenden a no esforzarse y, en general, ven afectado el desarrollo de sus habilidades y su bienestar.
Por ello, y considerando que los primeros años son los más importantes en cuanto a afianzar nuestras capacidades, es muy importante observar el desempeño de nuestros hijos durante la etapa pre-escolar y escolar; prestar atención a los problemas que se presenten, investigar las razones por las cuales puede no estar adaptándose a la vida pre-escolar o escolar e intervenir a tiempo para poder optimizar el desarrollo de sus habilidades.
Esto supone prestar atención a posibles dificultades, como:
No presta atención, es disperso.
Se distrae fácilmente,
No copia las tareas
Le cuesta comprender y seguir las instrucciones.
Tiene dificultades en la lecto-escritura.
Su escritura es irregular.
Es muy inquieto en clase.
En clase, parece que está en la luna.
En clase sólo quiere jugar.
Se frustra muy rápido cuando algo no le sale.
No quiere ir al colegio.
Tiene bajo rendimiento en comunicación o en matemáticas.
Estudia y todo se le olvida.
Los profesores dicen que no está al nivel de los demás niños de su edad.
Le cuesta relacionarse adecuadamente con los niños de su edad, o es muy tímido o es muy dominante y agresivo.
No tiene hábitos de estudio.
Es desordenado, olvida los cuadernos y los libros, etc.
¿Qué es conveniente que hagan los padres?

No ignorar ninguno de estos signos, no pasar por alto estas cosas si suceden.
Llevar al niño a una evaluación psicológica y psicopedagógica integral, para poder conocer el nivel de desarrollo de sus diversas capacidades y encontrar la causa del problema.
Favorecer que el niño reciba las terapias o apoyos psicopedagógicos adecuados a tiempo, para poder subsanar las dificultades y optimizar su desarrollo y su experiencia pre-escolar y escolar.
Muchos padres ignoran estas dificultades y sólo llevan al niño a ser evaluado cuando el problema se ha vuelto más serio y ha afectado mucho más el desarrollo del niño que si se hubiera tratado a tiempo.
Por ello es conveniente intervenir a tiempo, tener evaluaciones periódicas del desarrollo de las habilidades de nuestros hijos, para prever problemas más complejos, proporcionarle las ayudas necesarias para optimizar su desarrollo integral y hacer que la experiencia pre-escolar y escolar del niño sean experiencias felices y gratificantes que los lleven a potenciar sus habilidades y los preparen para afrontar a futuro actividades más complejas.
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