VIVIR ESTE TIEMPO CON PRECAUCIÓN, PERO DOMINANDO AL MIEDO ¿CÓMO HACER?
- psicologiaatiempo
- 4 may 2020
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Para la mayoría de nosotros, el vivir una pandemia es algo nuevo, desconocido, incierto, que moviliza nuestro natural instinto del miedo. El miedo es una emoción natural y funcional en el contexto adecuado, pues nos permite afrontar las amenazas y moviliza todo nuestro organismo para hacer frente al peligro. Este instinto, ante una amenaza, moviliza nuestro organismo a nivel físico y fisiológico para estar preparados para pelear o huir, según sea el caso. Es un instinto que compartimos con los animales, con la diferencia que ellos, cuando pasa el peligro, regresan al momento a un estado de calma; a diferencia de nosotros que, como seres humanos, producimos pensamientos al evaluar la realidad desde nuestra subjetividad, basados en la información que manejamos. Esto significa que muchas cosas pueden ser percibidas por nosotros como “peligrosas” cuando no lo son, y podemos por tanto activar nuestro mecanismo del miedo de manera constante, pudiendo afectar tanto nuestra salud psicológica como física.
El contexto de la pandemia nos lleva a producir muchos pensamientos asociados a la posibilidad de contagiarnos, alimentados constantemente por los medios de comunicación y los reportes de la extensión del virus. No podemos evitar muchas veces asociar este tiempo con la posibilidad cercana de enfermar, morir, estar grave y no tener los auxilios médicos adecuados, la escasez de respiradores, de UCIS, etc.
Si somos realistas, la posibilidad de enfermar o de morir la tenemos todos los tiempos y en todos los días, solo que no hemos estado pensando de manera constante en ella; probablemente si lo hiciéramos no podríamos vivir en paz, viviríamos ansiosos todo el tiempo. La información objetiva nos dice que muchísimas más personas mueren en el mundo y en nuestro país cada año por razones distintas a la pandemia. De hecho, en nuestro país la primera causa de muerte son las enfermedades cardíacas, seguidas de el cáncer. Y, por ejemplo, a junio del 2018 ya se habían notificado más de 16,000 casos de neumonía en niños y adultos mayores.
Los especialistas tienen ideas en ocasiones contrarias de cuál es la mejor manera de manejar esta pandemia. En nuestro país se ha planteado el aislamiento social obligatorio en casa como medida preventiva, que pronto terminará. De todas maneras, es importante poder recabar información de medios diversos para formarnos una opinión, nosotros que no somos médicos.
Como consecuencia de la medida tomada en nuestro país, muchas personas han visto afectada su vida más allá del hecho de no poder salir de casa, en cuestiones fundamentales relacionadas con las necesidades básicas que las personas debemos estar en condiciones de cubrir para poder subsistir. Muchos han quedado sin trabajo, sin alimento, sin casa (pues los echaron al no poder pagar el alquiler), solos, etc. Esto por su puesto los ha puesto en una situación mucho más vulnerable, a muchos “se les ha caído el mundo encima”. Y esta vulnerabilidad, valga la redundancia, los hace más vulnerables a contagiarse del covid-19 y desarrollar un cuadro grave, por el grado de estrés que viven, por la falta de recursos, la mala alimentación, la legítima preocupación, etc. Por eso es urgente que, si esta no es nuestra situación, seamos solidarios y podamos responder conscientemente a la realidad de estas personas, que podríamos haber sido nosotros.
A modo de referencia podemos decir, por ejemplo, que cada año en los diversos países se presentan innumerables cuadros de gripe estacionaria. La gripe estacional se caracteriza por el inicio súbito de fiebre, tos (generalmente seca), dolores musculares, articulares, de cabeza y garganta, intenso malestar y abundante secreción nasal. La tos puede ser intensa y durar 2 semanas o más. La fiebre y los demás síntomas suelen desaparecer en la mayoría de los casos en el plazo de una semana, sin necesidad de atención médica. No obstante, en personas con alto riesgo puede ser una enfermedad grave, e incluso mortal. Se calcula que las epidemias anuales causan 3 a 5 millones de casos graves y 290 000 a 650 000 muertes.
Las recomendaciones de la OMS para prevenir la gripe estacional son prácticamente las mismas que se nos han dado para el covid-19:
Lavarse las manos frecuentemente y secárselas bien;
Mantener una buena higiene respiratoria, cubriéndose la boca y la nariz al toser o estornudar con pañuelos y desechándolos correctamente;
Autoaislarse rápidamente en caso de malestar, fiebre u otros síntomas gripales;
Evitar el contacto con personas enfermas;
Evitar tocarse los ojos, la nariz y la boca.
Con esto quiero decir, que estas medidas preventivas han estado ya presentes desde mucho tiempo atrás. Esta pandemia nos las ha recordado.
Entonces ¿Qué debemos hacer?
Desde mi humilde opinión, como psicóloga, sugiero:
Ser precavidos, es decir, prevenir adecuadamente los contagios a través de las medidas preventivas que nos han dado, siendo cuidadosos, pero sin obsesionarnos.
Evitar la sobreexposición a las noticias difundidas por los medios de comunicación masiva, que, en ocasiones, a través de un discurso repetitivo que viene de una interpretación de la realidad, siempre sesgada por la subjetividad, si no por intereses creados.
Adaptarnos a las nuevas circunstancias o reinventarnos si nuestro mundo se ha visto muy afectado por los cambios a consecuencia de las vivencias de este tiempo. Una de las características de los peruanos es nuestra creatividad, habrá que encontrar maneras creativas de salir adelante. El ser humano SIEMPRE tiene posibilidad de salir con una cuota de crecimiento hasta de las situaciones trágicas.
Pedir ayuda, si nos vemos necesitados de apoyo psicológico o material. Siempre habrá alguien dispuesto, aunque en ocasiones pensemos que no.
Ayudar a otros, salir de nosotros mismos. En la medida de nuestras posibilidades siempre tenemos la opción de ayudar a otros, tanto material como afectiva o espiritualmente. No es un tiempo para replegarnos en nosotros mismos, por el contrario, es un tiempo que urge salir al encuentro del otro a través de los medios con los que contamos.
Repensar nuestro lugar en este mundo, porque todo acontecimiento que nos pone en contacto con la idea de la muerte, que es una realidad por la que todos vamos a pasar, -como dice mi párroco tenemos fecha de caducidad-; es una estupenda oportunidad para pensar en el sentido de nuestra vida, ¿hacia dónde nos estamos dirigiendo? ¿dónde está puesta nuestra vida? ¿estamos viviendo solo para este mundo o somos conscientes que vamos hacia una vida eterna? ¿hemos abierto la puerta a Dios que se hace todos los días el encontradizo con nosotros a través de las cosas que nos acontecen?
Orar. Descubrir que hay una persona, Jesucristo, que a través de la oración nos habla, nos trasmite su espíritu, nos da la garantía de su amor incondicional, el único que ha vencido la muerte y los miedos. Orar solo, orar en familia, orar siempre.
Aprovechar para afianzar nuestros lazos familiares, a mirar a los nuestros, dialogar, comunicarnos, reconciliarnos, hacer cosas juntos, conversar, jugar, etc.
Si necesitamos permanecer aún más tiempo en casa, aprovechar para desarrollar otros talentos y habilidades. Las redes también nos ofrecen cosas positivas, como la posibilidad de llevar cursos online gratuitos en este tiempo, tutoriales para aprender diversas habilidades y oficios, etc.
Encontrar la manera de tomar aire fresco, al menos a través de la ventana, para tener oxigenado nuestro cuerpo; y de mantener nuestro cuerpo en movimiento, con ejercicios que se adapten a las circunstancias.
Finalmente, valoremos cada día la vida, como siempre tendría que ser. Que Dios nos dé un nuevo día es una bendición, un mundo de posibilidades, una gracia, un milagro…un regalo que no podemos desperdiciar.

Postdata.- Si alguien se encuentra necesitado de apoyo psicológico y no puede acceder a él, será para mí un gusto atenderle. Pueden contactarme al 999950182.
Jacqueline Tello Marzol
Psicóloga
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